La gata sobre el tejado de zinc caliente (Reseña)

No hace mucho tiempo escribía sobre cómo me había costado entrar en la lectura de obras teatrales o la manera en la que conseguían (algunas) definir muy bien sus situaciones aun con la gran carencia de detalles que suele tener un guión. La obra de hoy es un estupendo ejemplo de que esto no siempre se cumple.

La gata sobre el tejado de zinc caliente es una obra teatral que, casualmente, comparte fecha con mi anterior lectura (1955). Y más que una historia, es una situación, una escena pensada para presentar a los personajes, para acercarnos a ellos y representarlos como seres humanos que son. Con sus diferencias, sus semejanzas, sus vicios y quizás, algunas virtudes.

En esta sencilla historia, la familia protagonista se reencuentra en la casa familiar para celebrar el 65 aniversario de su patriarca. Un cumpleaños que poco tendrá que ver con los anteriores, ya que toda la familia se ve rota por el miedo a la muerte, la libertad de la esperanza, el alcohol y el dinero, entre alguna que otra cosa. La historia tiene un planteamiento muy interesante en lo que a los personajes se refiere, consiguiendo ilustrar con certeza (más allá de sus intenciones) la personalidad y el lugar que ocupa cada uno, tanto para sí mismo como para el resto.

Uno de los puntos más interesantes que me he encontrado en la lectura de esta obra es la forma en la que Tennessee Williams plantea escenarios, situaciones y la manera de responder y actuar de los personajes más allá de lo común en este tipo de guiones. De esta manera, se logra un extraño efecto al leerlo, ya que una vez introducido en su desarrollo casi parece que se esté leyendo un relato con mucho más dialogo que narración y no una obra de teatro. Esto último logra trasladar al lector una fluidez y una forma de adentrase en los personajes que los enriquece y nos permite disfrutar en casa de la obra como si se estuviese representando frente a nosotros.

Nos seguiremos leyendo.

La gata sobre el tejado de zinc caliente (Reseña)